He tenido una pasión por el mar desde la infancia.

Mis padres me compraron una pequeña lancha a motor, en la que di mis primeros pasos desde la adolescencia.

A lo largo de los años, también gracias a Bárbara, mi compañera, desarrollé una pasión por la navegación.

Juntos asistimos al curso para el Teniente Náutico de formación de hasta 24 metros de vela y motor sin límites desde la costa. Tenemos licencia desde hace casi 8 años.

A lo largo de los años he practicado mucho, gracias a los diversos cursos de verano con la Liga Naval Italiana y a las numerosas salidas realizadas como patrón y no. ¡Y gracias a Bárbara, por supuesto, que tenía más experiencia que yo!

Lo que me gusta del barco (no especifico navegar, porque EL BARCO ES SOLO EL DE VELA) es la magia, esa magia que se desata en cuanto apagas el motor y te dejas empujar por el viento. La magia que te hace escuchar solo el sonido del viento y el mar.

Como patrón, trato de encontrar el punto medio entre el placer de navegar y el de detenerme de vez en cuando para nadar y descender a tierra. Pero paso la mayoría de los días, sobre todo si el mar y el tiempo lo permiten, ¡lo paso navegando! Durante el día navegamos; Por la noche todo se diluye con buenas comidas y unas copas de vino, obviamente sin exagerar. El barco debe ser, ante todo, relajante.

A bordo ¡NO QUIERO FIESTEROS!

Tengo un profundo respeto por el medio ambiente y exijo que mis tripulaciones se comporten en consecuencia.