Salir de Palermo significa empezar las vacaciones de la mejor manera posible: fácilmente, sin correr contra el tiempo, en una ciudad que ya sabe a Mediterráneo, donde se respira cultura, historia y hospitalidad. Una vez que se ha soltado amarras, se abandona la tierra firme y se entra en un ritmo diferente: el del mar, el viento, el sol que sale y se pone en horizontes siempre nuevos.

Navegar a las Islas Eolias ya forma parte de la experiencia. Te familiarizas con el barco, con la tripulación, con el tiempo que se ralentiza. Comienzas a experimentar el mar desde dentro, dejando atrás la rutina y redescubriendo el placer de las cosas simples.

Las Islas Eolias no son solo islas: son lugares que hablan al alma. Siete hermanas diferentes, cada una con su propio carácter, su propia energía, su propia fuerza. Declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se muestran en todo su encanto salvaje, auténtico y nunca banal. Al igual que los siete chakras, cada uno representa una emoción, una vibración, un matiz del alma humana. Visitar estas islas desde el mar es una experiencia que involucra todos los sentidos, y que queda grabada en su interior.

En un barco, se vive el día a día: se exploran bahías que parecen estar diseñadas, se hace snorkel en aguas transparentes, se cocina juntos o se baja a tierra para una cena típica, se duerme bajo las estrellas o se despierta con el sonido de las olas. Se crea un equilibrio especial entre la libertad y el compartir, entre la naturaleza y el descubrimiento.

No hace falta ser un experto navegante, sólo hay que querer que te sorprendan. A bordo encontrarás un ambiente acogedor y relajado en el que podrás sentirte como en casa, incluso si estás en medio del mar. ¡Mi objetivo es haceros vivir una semana intensa y auténtica, hecha de momentos que quedan!

Y en el camino de regreso, cuando vuelves a Palermo con la cara besada por el sol y el corazón lleno de emociones, comprendes que esto no fue solo unas vacaciones: fue un viaje que deja huella.